Viaje mochilero a Rio de Janeiro y Salvador de Bahía

Río de Janeiro fue la guinda a un pastel que objetivamente había salido riquísimo. Jerusalén y Río de Janeiro son mis dos grandes capitales preferidas. El enclave de Río la hace única. Su ambiente, sus favelas, sus playas, sus colinas, le proporcionan un aura mágica. Imposible perderse el barrio de Santa Teresa.

Zumos de frutas imposibles le dan un nuevo sabor a cada día. Y siempre otra Feijoada. Aire acondicionado a tope en los autobuses.

Desde Río fuimos como no, en avión, hasta Salvador de Bahía. Allí nos esperaban las más bellas mulatas del mundo. La ciudad era una fiesta. Una cachaça de Maracuya viendo música en directo. Más gritos y advertencias cuando salíamos del casco historico.  Bastante estrés, miedo y mucha juerga. Más playas bajo las nubes de junio.

Luego me recuerdo pillando marihuana brasileña a Ze pequeno en un caserón de mala muerte. Vendedores ambulantes con los que charlar sobre nada. Futbol por todas partes. Me quedo con Zico, uno de los héroes de mi infancia. Más mulatas en Salvador de Bahía.

Una canción llamada Brasil que sigue resonando en mi cabeza.  Gente humilde como la de Jaypur que celebra un fin de año imaginando un paraiso que yo, al contrario que ellos, tuve la fortuna de conocer.

 

 

 

Publicado por RASKOLNIKOV

Abogado especialista en asilo. Viajero, senderista y lector

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