ETOPEYAS. SWEET.
Viajes mochileros por el mundo. Relatos de viaje
viajes mochileros, relatos de viaje, por libre, en solitario
2784
post-template-default,single,single-post,postid-2784,single-format-standard,ajax_fade,page_not_loaded,boxed,,qode-title-hidden,qode_grid_1300,qode-content-sidebar-responsive,qode-theme-ver-10.1.2,wpb-js-composer js-comp-ver-6.13.0,vc_responsive

ENSAYO SOBRE ESCRITURA CREATIVA: ETOPEYAS. SWEET.

¿Qué era la escritura creativa? ¿Porque me pedían un texto, cómo no, creativo en el que me explayara sobre los grandes momentos de mi vida? ¿No podrían los impulsores de esta creativa iniciativa haber sido un poco más creativos con su temática?

En fin, les daría su merecido. Si querían que fuera creativa, lo sería. Luego que no me vinieran con quejas. Ellos se lo habían buscado. Yo solo quería unos puntitos en mi curriculum y que me dejaran tranquila. La escritura creativa no me importaba nada en absoluto. Nunca había sido una persona creativa. Lo más creativo que había hecho en mi vida era un busto romano en mi clase de cerámica, un busto feo e inexpresivo que una vez terminado nunca he sabido dónde colocar. Un busto y un estúpido cuadro de conchas que ni siquiera fue idea mía y que no sé muy bien qué representa.

Me paré a reflexionar. Resultaba triste que no viniera a mi recuerdo ni un solo momento memorable. Me deprimí un poco. Nunca me había parado a pensar en lo trivial que había resultado mi existencia. Escuché a Handel, Rommel y a Vivaldi. La inspiración seguía sin surgir. Si tuviera algo de mariguana a mano… me puse a hojear la revista el mueble.

Últimamente me pasaba las horas muertas pensando en decorar mi nueva casa. Mi elección del mueble esquinero sí que había sido auténticamente creativa. Empezaba a pensar que realmente estaba obsesionada. Que te empiecen a llegar sin parar anuncios de muebles el teléfono no debe de ser buena señal.

¿cuántas palabras me faltaban para llegar a tres mil? ¿ Tal vez eran caracteres? Nunca me esteraba bien del todo de las cosas…

Mi chico, Antonio, repetía últimamente que desde hace algunos meses tenía un segundo boquete en el culo. Estaba seriamente preocupado. Decía que así no había forma de limpiarse el culo en condiciones. Cómo era posible tener un novio así era algo que yo también me preguntaba a menudo. Algunas veces, sin poder evitarlo, durante el sexo se me venía a la mente la imagen de su segundo ano… En fin, supongo que por eso él se corría y yo no.

Houllebecq dice que escribir es poner el dedo en la llaga, por eso me gusta. Por eso y porque me hace sentir bien con su deprimente vida. Él tampoco ha vivido momentos memorables de esos que me piden relatar ¿será que Houllebecq no es creativo?

De repente se me ocurrió una idea. Lo tenía. Ya sabía sobre lo que iba a escribir. ¡Cómo no lo había recordado antes! ¡claro que sí! ese sería el momento sobre el que giraría mi historia. Ahora que lo pensaba yo también había vivido momentos memorables, ¡más que memorables! ¡sublimes!

En cualquier caso, estaba segura de que mi vida había sido mucho más interesante que la de cualquiera que pudiera leer este texto. Esto último no lo escribiría, me dije, tampoco quería ofender al pobre corrector que bastante tenía con tragarse los bodrios que escribían los demás. Su trabajo no estaba pagado. quién sabe, medité, lo mismo era alguien cojonudo e igual hasta tenía sentido del humor. Poco probable, pensé, aunque no imposible.

De nuevo la música de Vivaldi comenzó a atraparme. Mordí con fuerza mi bolígrafo. La boca comenzó a saberme a tinta. El cielo estaba de un gris blanquecino. El búho que venía a visitarme cada tarde se había marchado. Fue entonces cuando comenzó a atronar Chopin.

¿Por qué no podía dejar de pensar en la reforma del baño y me centraba de una vez en el dichoso momento? Supongo que por eso no era una persona creativa. Si todo ese tiempo que dedicaba a ver muebles lo dedicará a escribir tal vez otro gallo me cantaría.

De todas formas, pensé que no me había venido mal escribir este rato. Al menos me había servido para dejar un rato el móvil y esos dichosos anuncios de decoración. Tuve que reconocer, eso sí, que el momento que había recordado ya no me parecía tan memorable. Supongo que la idea me pilló en pleno subidón de Handel.

Comenzó a darme miedo presentar este escrito. ¿No sería como abrir la caja de Pandora? En fin, no soy una persona creativa, tampoco soy atrevida ni mucho menos subversiva.  ¿Qué pensarían de mí? ¿Pensarían que estoy loca? ¿Que soy una maleducada, una provocadora? Qué equivocados estarían, no sabrían que soy una tímida patológica, ni que siempre busco la máxima corrección para no molestar a nadie. El que me conoce sabe que no soy capaz de romper un plato, sabe que me preocupa lo que piensen los demás. Soy bastante gris, he de confesarlo. Salvo por mi físico, no destaco en nada.

Me gustaría pensar que mis momentos más memorables están por llegar. El rato que he pasado escribiendo no ha estado mal. Si no he sido creativa, al menos, lo he intentado.

 

FIN

No hay comentarios

Publicar un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.