Nada, ni la civilización, justifica que no podamos ver las estrellas. Y luego, ese olor intermitente y penetrante que sale del desagüe de mi fregadero. Me vuelvo pasivo cuando concluyo una etapa. Ni siquiera las cucarachas del zulo en el que vivo, cerca de la plaza Massena, me perturban ya lo más mínimo. Mi …
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