Me había sumergido en el desierto. Desde Mayapo partí con lágrimas en los ojos. Caminé lentamente desde la playa al pueblo acompañado del mesero venezolano y su linda hermanita. En el cruce me metí en una camioneta, mochila a cuestas y pelo al viento. Llegué a Cuatro Vías. Luego a Uribia en coche compartido. Una …